jueves, 28 de junio de 2007

"...me hubiese gustado dejar algún otro rastro, pero la sangre era tanta que por un instante creí que iba a morir. El miedo me paralizó lo que tarda el espíritu en no querer abandonar el cuerpo. Seguí adelante. La vida es una batalla que no deja tregua, porque al ganarla todo concluye y al perderla también. La terriblemente bella paradoja de existir..."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo siempre intenté no dejar rastro, más que nada para que no me sigan.

Cordial saludo desde la opulenta y siempre controvertida europa.

Pd: Ya hay un comentario, la verdad no logré nada poético... ;)