sábado, 31 de marzo de 2007

"...también el comediante sabe en ocasiones actuar como un héroe, cuando obedece las reglas y las normas de la exhibición, cuando se calla las palabras que arden en su corazón y en sus labios..."
Sándor Márai

miércoles, 28 de marzo de 2007

Cuándo dejará de llover en el océano. Para qué llovería ahí, si nadie puede verlo. ¿Existen las cosas cuando no estamos? ¿ocurren cuando no las vemos? ¿a qué deberíamos llamar “mirar”?
Veo cómo los días pasan aunque no quiera subirme a su devenir. Estoy ahí, entre medio de aquello que elijo y aquello que me elige. A veces, imagino viajar a una isla, y ser yo solamente el que vea la lluvia chocando contra las olas. Como una cortina de agua, y estar entre medio. Y hacerme parte de eso que me supera. Hay que vivir junto a las costas o junto a las montañas. Es la única forma de saber todos los días que somos hombres solamente. Y nada más.
Algún día las tormentas, que bajan de las montañas o ingresan por el mar, nos pasarán por encima. Nos estamos repitiendo. Siempre. Alguien recoge lo que otro deja. Qué piedra brilla más bajo el agua. Qué hombre brilla más con los ojos cerrados. Los grandes cambios ocurren en un instante. Y qué importa que sea grande, me basta que sea un cambio. Que sirva por lo menos, para no vivir tanto en un mismo cuerpo.
Me gusta ver el inocente zigzaguear de un niño contra las sillas, como el movimiento de una ola. Hay cosas que no necesitan ser explicadas ni entendidas. Hay cosas que no se quieren explicar. Como la belleza. Como la excitación de contemplar la realidad en silencio. Como las olas estallando contra las rocas. Como los camiones marcando surcos en el asfalto. Como un niño luchando por crecer.
Hay un sentido poético por sobre todas las cosas. Es cuestión de entenderlo. Un cuerpo. Un camino. Una sonrisa. Una tormenta ennegreciendo el cielo. Una rama quebrándose. Una noche muriendo en un amanecer. Hay que saber colocar el ojo en el espacio, para modificar el sentido del cuerpo y que las veinticuatro horas, dejen de serlo por un instante. Como los grandes cambios.
Quizá, la poesía sea solamente eso. El momento en que ingresamos la mirada en el espacio para hacernos de un instante de tiempo.
(Prólogo Veinticuatro, Alción, Córdoba, 2006).

lunes, 26 de marzo de 2007

Hay que tener paciencia y aprender a esperar que la lluvia deje de caer.
Amanecí con el deseo de escribir y me encontré en medio de una tormenta, bajo el portal de un edificio observando el diluvio. Qué facil dejar de ser partícipe del tiempo por un instante y transformarse en espera solamente.
Son las once de la mañana y el cielo gris hace que el día no pueda iluminarse. Lo interesante, es que no se parece ni al atardecer ni a la noche. El día es gris, oscuramente gris, pero diferente. El cielo parece estar metalizado. ¿Estará el sol detrás de la tormenta?
Poco a poco la vereda se confunde con la calle. Sube el agua. Todo se está inundando. ¿Cuánto tiempo tendré que esperar en esta esquina?
Dos chicos pasan completamebte empapados delante mío. No les importa la lluvia. Ni este cuerpo confundido con un portal. Gris. No les importa. Al amor no le importa la lluvia, ni los truenos ni las inundaciones.
¿Así se construyen las tragedias?
Cuan sencillo le resulta a la naturaleza disolver las ciudades.

sábado, 24 de marzo de 2007

"Dios nos llama siempre muy pronto hacia Él"
Emmanuel Levinas

...cómo ver lo que hay al otro lado de la mirada. cómo llegar más allá, buscando el revés de lo que vemos. Y al llegar el terror nos come los pies. caminar sobre una colina resquebrajada por el horizonte, vamos al otro lado de la vida con la certeza de sabernos inciertos. con la incerteza de sabernos. con la verdad cubierta por la ignorancia de ser.
y si hay algo que perdurará sobre la historia y el universo, no es el hombre...

viernes, 23 de marzo de 2007

"el horizonte es una cicatriz en la memoria"